La luna es una perla
que nace cada noche engastada en tus poros.
La noche nace de los mechones oscuros
que festonean tu frente.
El día nace del cordón umbilical
que te une al amor.
Isolda
de alabastro,
de nácar,
de caracola.
Isolda
de manos tiernas,
mansas como racimos de palomas,
blancas como ópalos.
Descargan sobre la tierra nubes de lágrimas,
las vierten tus ojos saturados de pérdida.
Es lluvia baldía que anegará los campos,
infecundos ya bajo la tormenta.
Así es la vida en su proceder habitual,
los amores verdaderos a menudo se malogran,
ora en nebulosas de imposibles,
ora frente a la realidad del mundo.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: “La belle Isolde” (“La bella Isolda”), 1862, Anthony Frederick Sandys