Te acostumbrarás
a la penumbra melada de mis ojos,
a la presencia de mis pupilas
acechándote en la distancia,
a mis manos aleteando
como palomas torcaces,
incapaces de alzar el vuelo.
Te acostumbrarás
a la fragancia de nardo
de mi interminable cabellera,
esparcidos los mechones
sobre una almohada que no es la tuya;
a las huellas, menudas y rebeldes,
que estampan mis pies desnudos
sobre la arena de una playa
ignorante de los rigores del invierno.
Te acostumbrarás
al calor de mi pecho de gorrión,
a la mansedumbre de mi abrazo,
a la miel de unos besos
que tu boca nunca podrá saborear.
Te acostumbrarás,
te acostumbrarás a mí.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura de Ennio Montariello