Gaspar García Laviana, (Les Roces, Asturias, España, 1941 - Nicaragua 1978), conocido como Comandante Martín, fue un sacerdote misionero, carpintero, guerrillero y poeta español que luchó junto a los sandinistas nicaragüenses.
Nació en 1941 en Les Roces, La Hueria de Carrocera (San Martín del Rey Aurelio), pueblo situado en la región española del Principado de Asturias, emigrando posteriormente al pueblo minero langreano de Tuilla, donde su padre trabajó en una mina de carbón. Estudió bachillerato en Valladolid, Filosofía y Teología en Logroño, donde se ordenó sacerdote en la orden del Sagrado Corazón. Celebra su primera misa en el año 1966 en la parroquia de su pueblo natal. Posteriormente, se traslada a Madrid donde terminó un cursillo de sociología. Aquí mismo hizo compatible su sacerdocio, en la parroquia de San Federico, con el trabajo de obrero en una carpintería del barrio. Durante los tres años que permaneció en Madrid trabajó mucho con la juventud y con grupos de sacerdotes obreros, en un afán de implicarse cristianamente en la marcha social y política del país.
En 1969 se fue a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola. Allí trabajó con los campesinos locales tomando contacto intensamente con las dificultades que afrontaban día a día. Con frecuencia visitaba a los enfermos, siendo llamado muchas veces ante la falta de medios médicos a disposición de los campesinos. Criticó duramente la práctica del secuestro de las jóvenes que posteriormente eran obligadas a ejercer la prostitución, secuestros que eran amparados por el ejército del dictador Somoza.
García Laviana expresó su desacuerdo en la opresión de los campesinos pobres y su marginación en la sociedad en varios poemas que fueron publicados como una colección en 1979, son las "Canciones de amor y guerra"; siendo éste el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del gobierno sandinista. Otra de sus obras literarias, publicada a título póstumo en el año 2007, es "A corazón abierto, poesías en Nicaragua".
Como resultado de todas sus críticas y sus denuncias ante la corrupción y la injusticia del régimen somocista, fue acusado de ser simpatizante comunista. En 1977 García Laviana recibía amenazas telefónicas y era seguido por agentes de Somoza para comprobar sus actividades. Actividades que consistían en ayudar a los sandinistas actuando como correo, transportando gente y, principalmente, educando a los campesinos para que fueran capaces de comprender la situación en la que se encontraban por sí mismos.
Este sacerdote asturiano estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación que ponía en lugar preferencial la acción pastoral a los pobres. Finalmente acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades que veía todos los días en Nicaragua. Estaba decepcionado con la jerarquía nicaragüense, que falló en su discurso a favor de los pobres y oprimidos. Aunque nunca perdonó la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres de Nicaragua fueran liberados de su opresión.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de la participación de García Laviana en la lucha revolucionaria. La participación de García Laviana en la Revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN, dando al movimiento revolucionario legitimidad moral. Muchas de las preocupaciones de García Laviana se convirtieron prioridades para los sandinistas cuando asumieron el poder. El gobierno revolucionario instauró la asistencia médica como una prioridad principal, puso en práctica las iniciativas de reforma agrarias que redistribuyeron la tierra a muchos campesinos individualmente y en cooperativas, y denunciaron la prostitución.
Gaspar García Laviana murió en Nicaragua, el 11 de diciembre de 1978, en combate, dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”. De él se decía que era “el primero en entrar en combate y el último en retirarse”.
En 1969 se fue a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola. Allí trabajó con los campesinos locales tomando contacto intensamente con las dificultades que afrontaban día a día. Con frecuencia visitaba a los enfermos, siendo llamado muchas veces ante la falta de medios médicos a disposición de los campesinos. Criticó duramente la práctica del secuestro de las jóvenes que posteriormente eran obligadas a ejercer la prostitución, secuestros que eran amparados por el ejército del dictador Somoza.
García Laviana expresó su desacuerdo en la opresión de los campesinos pobres y su marginación en la sociedad en varios poemas que fueron publicados como una colección en 1979, son las "Canciones de amor y guerra"; siendo éste el primer libro publicado por el Ministerio de Cultura del gobierno sandinista. Otra de sus obras literarias, publicada a título póstumo en el año 2007, es "A corazón abierto, poesías en Nicaragua".
Como resultado de todas sus críticas y sus denuncias ante la corrupción y la injusticia del régimen somocista, fue acusado de ser simpatizante comunista. En 1977 García Laviana recibía amenazas telefónicas y era seguido por agentes de Somoza para comprobar sus actividades. Actividades que consistían en ayudar a los sandinistas actuando como correo, transportando gente y, principalmente, educando a los campesinos para que fueran capaces de comprender la situación en la que se encontraban por sí mismos.
Este sacerdote asturiano estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación que ponía en lugar preferencial la acción pastoral a los pobres. Finalmente acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades que veía todos los días en Nicaragua. Estaba decepcionado con la jerarquía nicaragüense, que falló en su discurso a favor de los pobres y oprimidos. Aunque nunca perdonó la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres de Nicaragua fueran liberados de su opresión.
Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de la participación de García Laviana en la lucha revolucionaria. La participación de García Laviana en la Revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN, dando al movimiento revolucionario legitimidad moral. Muchas de las preocupaciones de García Laviana se convirtieron prioridades para los sandinistas cuando asumieron el poder. El gobierno revolucionario instauró la asistencia médica como una prioridad principal, puso en práctica las iniciativas de reforma agrarias que redistribuyeron la tierra a muchos campesinos individualmente y en cooperativas, y denunciaron la prostitución.
Gaspar García Laviana murió en Nicaragua, el 11 de diciembre de 1978, en combate, dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”. De él se decía que era “el primero en entrar en combate y el último en retirarse”.
En Nicaragua existen hospitales, escuelas y bibliotecas que recuerdan su nombre. Una importante avenida de Gijón, (Asturias), también lleva su nombre. En el pueblo de Tuilla, (Langreo, Asturias), se descubrió en 2008 un monumento a Gaspar García Laviana.