A los ríos que dejaron sus pechos en el mar,
a la tierra de mejillas prolongadas como tripas,
a la piedra madura que besa viento y camino,
a las montañas maternales,
a la flora y fauna decapitada por manos sangrientas,
a los volcanes reprimidos,
a la lluvia inconsecuente de los bosques y ciudades,
a las aves con sus maletas y sus alas,
a los desiertos enemigos del agua pura,
al vino que incendia la garganta del pueblo,
a los hielos de entrañas frías y secretas,
a los valles, a los cóndores,
a todo lo que es parte de mí y de mi poesía,
a ellos levanto mi lápiz,
a ellos dedico la semilla de la noche,
mi soledad de araña que cae sobre la patria,
y sobre cada palabra que sale a mi paso,
mi voz enamorada de la primera y última gota
de mis hermanos,
mis labios color de fruta,
mis venas acariciadas por el sueño salvaje,
mi agonía incesante y profunda,
mi religión de aullidos desatados,
mi juventud sonora y definitiva.
A ellos levanto mi puño como a una bandera,
a ellos dedico el calor de esta brasa,
de esta lágrima de Dios llamada Chile.
Mario Meléndez.
Pintura de Gigino Falconi.
a la tierra de mejillas prolongadas como tripas,
a la piedra madura que besa viento y camino,
a las montañas maternales,
a la flora y fauna decapitada por manos sangrientas,
a los volcanes reprimidos,
a la lluvia inconsecuente de los bosques y ciudades,
a las aves con sus maletas y sus alas,
a los desiertos enemigos del agua pura,
al vino que incendia la garganta del pueblo,
a los hielos de entrañas frías y secretas,
a los valles, a los cóndores,
a todo lo que es parte de mí y de mi poesía,
a ellos levanto mi lápiz,
a ellos dedico la semilla de la noche,
mi soledad de araña que cae sobre la patria,
y sobre cada palabra que sale a mi paso,
mi voz enamorada de la primera y última gota
de mis hermanos,
mis labios color de fruta,
mis venas acariciadas por el sueño salvaje,
mi agonía incesante y profunda,
mi religión de aullidos desatados,
mi juventud sonora y definitiva.
A ellos levanto mi puño como a una bandera,
a ellos dedico el calor de esta brasa,
de esta lágrima de Dios llamada Chile.
Mario Meléndez.
Pintura de Gigino Falconi.