No vuelvas a decirme que soy cruel,
no vuelvas a envolverme entre la bruma
de crespones de tul ennegrecidos
por el humo de antorchas encendidas.
No vuelvas a acusarme de estulticia,
de ignorar tantas leyes que me aplicas,
que la noche se clava en mis costillas
como faca de filo corcovado.
No vuelvas a mirarme con desidia,
ni a eyectarme a los ojos el hirviente
fuego encolerizado de tu ira,
que soy violeta lacia, vulnerada
por la siniestra faz de una agonía.
(Mayte Dalianegra)
Pintura de Henry Meynell Rheam