La Virgen, Reina y Señora de los frutos de la tierra,
ha alumbrado un Chiquillo,
un pimpollo sonrosado de mejillas que son pétalos
de aterciopeladas rosas y de níveas azucenas.
Sobre el encarnado manto de la amantísima Madre,
se encarna Dios en un Niño,
ha alumbrado un Chiquillo,
un pimpollo sonrosado de mejillas que son pétalos
de aterciopeladas rosas y de níveas azucenas.
Sobre el encarnado manto de la amantísima Madre,
se encarna Dios en un Niño,
Él será para su pueblo perpetua luz de esperanza,
Él será para los hombres sacrificio y redención.
Mayte Dalianegra.
Pintura: “Our Lady of the Fruits of the Earth”, (“Nuestra Señora de los Frutos de la Tierra”), 1917, Frank Cadogan Cowper.
Aun cuando no soy creyente, dedico este humilde poema a quienes sí lo sean y celebren la Navidad, así como a todos aquéllos que festejen estos días.
¡¡¡FELICES FIESTAS!!!