Mírate, eres espiga de sorgo
crecida bajo el fuego vertical de la canícula,
toda tú construida de materia solar,
esculpidos en bronce tu musculatura,
tus tendones y cartílagos.
Eres astro que calienta
el orbe tropical sobre las copas de los baobabs,
pecho que amamanta la hierba de la sabana,
donde galopa en libertad la cebra
de piel marcada con barrotes.
Mírate y, como ella,
desbócate en carrera, abre tu jaula
y despliega unas alas huérfanas
de amos y señores,
pues eres una diosa nubia,
una princesa kushita de Meroe,
una faraona del Antiguo Egipto.
Eres la reina de Saba
y la de África también
—coronada tu alta frente de selvas
y de manglares, de estruendosas cataratas,
rodeada tu ancha cadera de dunas
y de oasis, de sombreados palmerales—,
tus manos son cetros que rigen
la tierra roja donde medra la mandioca.
Mírate, Oshun, con tus vibrantes cascabeles,
amorosa dueña de las pepitas de oro
que duermen un sueño dócil en los meandros,
fértil orishá, venus morena,
toda tú África,
toda tú mujer y diosa y madre
y rica y pobre.
Mírate, mujer de ébano,
el orgullo de tu estirpe te asiste.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura de Sara Golish