Dice: -El ajedrez tiene sus normas.
El rey está atado de pies y manos,
es la reina quien hace y deshace a su antojo.
Yo prefiero la vida diagonal del peón.
En el ajedrez no muere el caballo por la rabia,
no hay una rebelión de peones
ni es posible la locura pasajera de un alfil
que mate a los suyos o a sí mismo por desesperación
o amor. Y así será mientras las piezas respondan
a un designio ajeno, a la mano que las dirige.
Sólo es humano el enroque, el esconderse
cuando huir no es ya posible.
¿Qué sería de las piezas, si libres?
Martín López Vega.
El rey está atado de pies y manos,
es la reina quien hace y deshace a su antojo.
Yo prefiero la vida diagonal del peón.
En el ajedrez no muere el caballo por la rabia,
no hay una rebelión de peones
ni es posible la locura pasajera de un alfil
que mate a los suyos o a sí mismo por desesperación
o amor. Y así será mientras las piezas respondan
a un designio ajeno, a la mano que las dirige.
Sólo es humano el enroque, el esconderse
cuando huir no es ya posible.
¿Qué sería de las piezas, si libres?
Martín López Vega.
Pintura: "Las jugadoras de ajedrez", (1929), John Lavery.