Vivo en la cavidad acuosa de tu boca
—en esa vega fértil donde cultivas besos
con sabor a vino tinto y cerezas—,
en el tono de tu voz y
en el acento grave y especiado de tus susurros.
Vivo en la languidez marina de tu mirada
hambrienta de lunas,
en la taracea minuciosa
de las escasas arrugas que custodian tu ceño,
y en tus dedos ágiles,
que son obstinadas hiedras
enredándose en mí
como en el tronco de un sauce.
Vivo en el rocío que vierte la aurora
cuando abandonas el tálamo
donde hemos yacido, y en esa otra humedad
que transporta el viento para quebrar los vitrales
del olvido. Y así vivo
en los aromas a sándalo y cedro
del cofre que atesora nuestros recuerdos,
esos recuerdos que amanecen en mis ojos
con el embrión del día.
Vivo, también,
en las horas trenzadas por la noche
sobre mis muslos,
y sobre los pechos rotundos que amamantan de pasión
los surcos de tus suspiros.
Vivo en todo eso, en ti, mi amor,
y en el soplo fecundo de tu aliento.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Romeo y Julieta", Eduardo Úrculo (1938 - 2003)